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LA SERREZUELA Y EL RASÓN.

Identificación PNAT: SL-10

Descargar ruta en formato GPX: ruta sl-10 (botón derecho->Guardar enlace como...)

La ruta discurre en su práctica totalidad por materiales jurásico, es decir, duras calizas estratificadas en bancos de unos centímetros a varios metros de espesor. Esta característica limita mucho la espesura y frondosidad de la vegetación de la ruta porque el suelo que generan es pobre y escaso en agua, ya que se infiltran casi todas las precipitaciones. Por ello, pese a cruzar grandes barrancos, será muy dificil observar ningún curso de agua, salvo el río de la Hoz Seca (río Hoceseca vulgarmente), que veremos desde las alturas y un arroyo... en terreno cretácico. A pesar de eso vamos a encontrar interesantes muestras de vegetación, como los sabinares rastreros de alta montaña (la formación típica de la alta montaña ibérica caliza con pastoreo), ya que la ruta discurre en su mayoría por La Serrezuela, a más de 1.500 m de altitud. Al subir todavía más, a 1.600 m, el bosque de pino albar es el protagonista, siendo especialmente espeso y bien desarrollado en la zona cretácica de la ruta. Es una ruta llena de contrastes, con zonas secas y rincones húmedos, con una gran variedad de paisajes, en los cuales podremos observar con gran nitidez muchos accidentes geológicos: fallas,anticlinales, sinclinales, barrancos, un cabalgamiento.

Comenzaremos nuestras andaduras en la caseta de información, para girar a la derecha y tomar la primera calle a la izquierda. Continuaremos por la calle encementada hasta llegar al frontón. Giramos a la izquierda y continuamos por la pista asfaltada hasta la primera curva a la derecha. Nosotros abandonamos la pista y tomamos el antiguo camino que unía Peralejos con Checa (en la actualidad forma parte del GR-10), continuando la ascensión rectos hasta llegar al enlace ruta SL-11 (unos 30 metros). Aquí giramos a nuestra izquierda, cruzamos el vallecillo y comenzamos a ascender internándonos en una bujeda, donde la vegetación es arbustiva y está constituida en su casi totalidad por bujes, destacando también en cuanto al matorral los escambrones (en otros lugares llamados cojines de monja), que tienen una forma almohadillada para protegerse del frío y de la sequedad y están defendidos por unas ramas punzantes. Cruzaremos una zona más húmeda y al poco la pendiente aumenta, teniendo que cruzar una valla de una repoblación de pinos poco exitosa. En este ascenso podemos observar que no hay apenas suelo en esta parte, los bujes casi salen directamente de la roca caliza. Por eso esta zona tiene un color tan claro. El terreno se suaviza y tenemos que cruzar la valla para salir de la repoblación. Cogemos la pista forestal inmediata hacia nuestra izquierda, ascendiendo hasta un pequeño collado que nos da vista a Las Cabezuelas (tres pequeños cerros aislados alineados) si miramos de frente; si miramos a nuestra izquierda veremos el barranco de los Encarcelados (se llama así ya que el fondo está encajonado y en una batalla durante las guerras carlistas sirvió de prisión improvisada). En sus laderas podemos observar bastantes fallas geológicas fácilmente visibles como cortes en las líneas que forman las capas duras rocosas de sinclinales y anticlinales. Cruzamos el pequeño valle y llegamos al punto de enlace con la ruta que llevamos, pero de regreso. Aquí dejamos la pista y ascendemos en paralelo por la senda hasta que llegamos al collado de separación entre Las Cabezuelas. Nuestro camino se separa de la pista forestal y comienza a descender. Todas las margas que estamos atravesando son muy ricas en fósiles de la era secundaria (no los recojáis, dejad que los disfrute también el siguiente). Al girar a la izquierda y encaminar nuestro descenso al Barranco de Checa podemos apreciar a nuestra izquierda los pliegues jurásicos y fallados que ha cortado el barranco de Los Horcajuelos, perpendicular al que nos encaminamos. En breve nos presentamos en el fondo del barranco y comienza nuestra zigzagueante ascensión entre rocas jurásicas pertenecientes a la formación caliza de Cuevas Labradas. Al ascender podemos observar el cambio de vegetación que se produce con la altura, desapareciendo casi por completo el buje y apareciendo otras especies de hierbas más frescas. En las praderas de toda esta zona suele haber muchas flores coloridas hasta bastante entrado el verano. La pendiente se suaviza y al llegar a lo alto tomaremos una pista forestal hacia nuestra derecha siguiendo por el mismo sin desviarnos nos alejamos de los barrancos internándonos en La Serrezuela, terreno situado a una elevada altitud (más de 1.500 m) pero relativamente llano que constituye una elevada superficie intensamente karstificada, con abundantes, pero de pequeño tamaño y poco profundas, dolinas y el paisaje típico de la alta montaña caliza ibérica: abundante sabina rastrera (chaparra) mezclada con algunos pinos dispersos o formando bosquetes (normalmente es el pino albar, pero también está presente el pino negral). Continuamos por esta pista hasta llegar a las ruinas de una paridera, donde giraremos a la izquierda abandonando la pista forestal. Avanzamos por el sendero y al poco nos encontramos unos piazos y una nueva pista forestal que tomaremos en la misma dirección que llevamos, dejando las pistas que nos salgan.

Llegaremos a un gran cruce que es enlace con la ruta SL9 y giraremos por la pista de la derecha, por la que continuaremos. Al poco veremos que en una pequeña depresión el paisaje cambia totalmente, siendo el fondo del valle un verde pastizal húmedo. Cruzando el prado veremos que primero se ensancha y luego se va encogiendo poco a poco pero sin llegar a cerrarse y abriéndose de nuevo en otro prado. Esta zona se llama Los Prados y deben su existencia a que se encuentran en el núcleo erosionado de un anticlinal, por lo que afloran unas margas impermeables del periodo Toarciense (formación Margas y Calizas de Turmiel) que permiten un mejor desarrollo de la vegetación, así como la surgencia de aguas subterraneas, habiendo un pozo en el segundo de los prados. En esta parte alta son habituales estos pozos, de los cuales si es época lluviosa el agua mana y llega por si sola al abrevadero, en cambio, en la época seca el ganadero tiene que extraer el agua con un cubo y verterla en la canalización que lleva el agua al abrevadero. El prado se vuelve a cerrar y el paisaje vuelve a ser de “piel de leopardo”. Continuamos siempre rectos por nuestra pista hasta que llegamos a otra pista muy marcada que es la que une Peralejos y Checa. Giraremos a la derecha y la seguimos un corto trayecto (unos 450 m), hasta abandonar la pista. Giramos a nuestra izquierda tomando una nueva pista forestal menos rodada. A nuestra derecha queda el bosque espeso de pino albar. Cuando vemos que el terreno se comienza a quebrar un poco, nos encontramos una nueva pista que tomaremos hacia la derecha, siguiendo por la ladera del barranco que poco a poco se está abriendo a nuestro lado e internándonos en el bosque. El camino va ascendiendo por la ladera y al llegar a lo más alto, (ya por encima de 1.600 metros de altitud) tomaremos el desvío a la izquierda, que es el Camino del Rasón, una pista forestal que poco a poco se va perdiendo. Continuaremos rectos pese a perderse la pista hasta llegar a una piedra que hay en un claro. Hemos llegado al Rasón, a unos 1.655 metros de altitud. Es un mirador desde el que las vistas son inolvidables: ante nuestros pies, la montaña se desploma en vertiginoso descenso hasta el río de la Hoz Seca, dejándonos una amplitud de vistas impresionante sobre el barranco de la Hoz Seca, el transversal del Tajo y las juntas de ambos, las montañas de Sierra Molina, los altos de Orea, Orihuela y Alcoroches... No nos incomodará estar en este lugar un buen rato disfrutando del paisaje.

Continuaremos descendiendo por la ladera hasta los cortados cretácicos de la Muela de Ribagorda para observar el cabalgamiento del Rasón: las calizas y dolomías jurásicas tableadas de la formación de Imón y carniolas de Cortes de Tajuña se disponen directamente encima de los potentes bancos de las dolomías de la Ciudad Encantada, del periodo cretácico. Además las vistas sobre los cortados rocosos son impresionantes. Ahora iremos ascendiendo siguiendo las rocas, pero poco a poco nos iremos separando de ellas encarándonos a un pequeño valle que nos conducirá entre pinos a un cruce de caminos. Nosotros tomaremos el que continúa recto según venimos. Ya estamos en la zona cretácica, lo podemos observar en la vegetación. Poco a poco vamos internándonos en un valle, siempre rodeados de pinar, hasta que en un punto el valle se abre más y su centro se encuentra ocupado por antiguas tierras de labor. Cruzaremos uno de estos antiguos piazos para acercarnos a la fuente de la Cañada Valhermosillo (que así es como se llama este fértil valle), justo a la izquierda de una casilla de la que podemos beber agua si queremos. La Cañá Valhermosillo es un valle originado por erosión diferencial. La ladera este la contituyen los terrenos jurásicos del cabalgamiento del Rasón, mucho más duros que estas de arena. La ladera occidental son los flancos de La Muela Ribagorda, coronada de rocas cretácicas, en cuya cima, en El Puntal Alto se haya el punto más alto de Peralejos con 1.701 metros de altitud. Continuamos por el valle y llegamos de nuevo a encontrarnos con la pista de Checa, la tomamos girando a la izquierda y nos volvemos a internar un poco en el bosque, continuamos y llegamos a un pequeño collado desde el que se abre la panorámica hacia el norte. Aquí dejamos la pista, desviándonos a la derecha para ganar la cresta que seguiremos hasta su fin. Nada más subir, nos unimos a una pequeña pista forestal que rápidamente desciende. Aunque seguiremos bastante por dicha pista, ahora continuamos por la cresta para acercarnos a La Pedriza, roca que forma el frente del cabalgamiento del Rasón (que nos acompaña durante toda la cresta) y que se encuentra curiosamente plegada. Desde esta roca hay unas muy buenas vistas, pudiendo observar a nuestros pies los Prados de Doña María, el valle del Gorgocil y la ermita de Ribagorda en primer plano, destacando en un segundo plano las vistas sobre el cañón del Tajo y ya paisajes mucho más lejanos. También es destacable a nuestra derecha el Barranco de Checa. A la derecha de éste podemos observar otro barranco que se le une perpendicularmente, en que podemos observar la continuación de los pliegues observados en Los Horcajuelos.

El paisaje será muy parecido a lo largo de toda la cresta, ya que no descenderemos apenas de altitud. En la cresta podemos además obsevar varios ejemplos de parideras típicas para el ganado. Al llegar al fin de la cresta llegamos al Cerro Rigurrán, donde tenemos unas preciosas vistas hacia el norte y oeste. El interés geológico también es bastante alto, pues podemos observar todo el barranco de los Encarcelados y su corte perpendicular por Los Horcajuelos, pudiendo ver claramente los elementos geológicos que lo conforman.

Iniciamos el rápido descenso a Las Cabezuelas por la estropeada pista forestal. Cruzaremos entre unas antiguas tierras de labor y ascenderemos al suave collado que separa las pequeñas cabezas, tras lo cual al bajar a las siguientes tierras nos encontraremos el enlace de a ruta SL-9 y el comienzo de la que llevábamos. Volveremos por el camino que hicimos al comienzo, pero ahora con la cara mirando hacia el pueblo y los cortados del río Tajo, merece la pena hacer alguna foto. En apenas 15 ó 20 minutos nos encontraremos de nuevo en la caseta de información, punto final de la ruta.

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